lunes, 3 de mayo de 2010

AMÉRICA DESAPROVECHA

Agencias


Ni siquiera la liguilla suavizó un ápice de la feroz terquedad con la que Jesús Ramírez se ha empecinado en alejar al América de sus básicos, de sus sellos personales, y ayer las Águilas se confirmaron como el único de los ocho invitados a esta fiesta grande al que le quedó muy grande la invitación, el que entró con la cabeza gacha y bajo la sombra.

Está confirmado que mientras Jesús Ramírez sea el técnico de este equipo, el América irá derrumbando cualquier lógica, como sucedió anoche en la cancha del Estadio del Azteca, donde se olvidó de esa obligación común que indica que en esta fase final, cuando las series ya son a vida o muerte, la premisa es hacer valer la localía, ser una fiera en casa y un puñado de sesos, un congelador de emociones cuando se juega de visitante.

América volvió a ser el cuadro cobarde que cerró la fase regular del Bicentenario 2010, y que no hizo más allá que cumplir con su obligación, como grande que es, de calificar a la liguilla, aunque lo hiciera de panzanzo.

En la ida ante Toluca, Ramírez volvió a regalar el partido con su decisión, como sucedió en la jornada 17 frente a Santos, de no salir con un once inicial que incluyera un delantero nato, sin un matón de área para, a cambio, inundar su medio campo de hombres donde la responsabilidad de correr la milla y de hacer la función de nueve y medio y de atacante recayera sobre Daniel Montenegro y Ángel Reyna.

Esto generó que se viera a un América que, por los largos recorridos que tenían que hacer sus mediocampistas, sí generara algunas jugadas de peligro sobre la meta de Alfredo Talavera, pero de manera atrabancada, mucho más empujados por el pulmón, que por un sistema bien adoptado.

Y es en esta labor donde las Águilas sí deben agradecerle, y mucho, a Reyna y Montenegro que hicieron pensar que sería de este equipo con esos embates que arman, pero con un delantero natural delante de ellos.

Los cuatro goles en el Coloso de Santa Úrsula son sólo consuelo de villamelón y no producto de un partido de alarido, de esos clásicos de Liguilla, porque la realidad es que se vivió un encuentro trabado, soso y accidentado, cortado, en gran parte, porque América fue incapaz de ponerse un rostro alegre, como la lógica mínima se lo obligaba como local.

Si a los 25 minutos de haber arrancado el partido el marcador ya estaba 2-2, no fue por la labor heroica y espectacular de uno y otro equipo, sino porque América logró coronar dos buenos latigazos, de esos que sí dominan a la perfección, y Toluca respondió con la mano en la cintura para vulnerar la frágil zaga del equipo amarillo.

América fue incapaz de hacer valer su superioridad numérica, gracias a la expulsión de Diego Novaretti a los 32 minutos, y sin hombres naturales de ataque al frente, hasta el arribo de Daniel Márquez durante la segunda mitad, le permitió al Toluca el escenario ideal, perfecto para un cuadro tan colmilludo como el mexiquense que ya no se arriesgó y aprovechó las bondades de rival para ponerle hielo e irse a casa con un empate que les beneficia por donde se le quiera ver para la vuelta, a realizarse el próximo domingo en la cancha de La Bombonera.

América, el cobarde América, parece estar herido de muerte ante los Diablos.

El América desaprovechó la oportunidad irse con una ventaja al Nemesio Diez, al no descifrar la clave impuesta por los choriceros

América 2 - 2 Toluca

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