lunes, 1 de marzo de 2010

UN ORO MÁS PARA CANADÁ

DPA

Canadá vencio a EU en la final de hockey de los Juegos Olimpicos de Invierno

Canadá derrotó ayer a Estados Unidos por 3-2 en el tiempo extra de la final masculina de hockey sobre hielo y selló los Juegos Olímpicos de invierno más exitosos de su historia con la medalla de oro más deseada.

Sidney Crosby, la estrella del equipo local, anotó el tanto del triunfo en el minuto ocho de la prórroga tras un choque en el que Canadá desperdició una ventaja de 2-0 y Estados Unidos logró el empate 2-2 a sólo 24 segundos del final del tiempo reglamentario.

Crosby, con el tanto que puso fin al partido, dio a Canadá su decimocuarta presea dorada en Vancouver 2010, el octavo título olímpico para el equipo masculino de hockey y tras la tensión, sumió al país en el éxtasis por el triunfo en el gran deporte nacional.

Los favoritos absolutos cumplieron con lo que se esperaba de ellos. Al equipo con más estrellas no le pesó la presión de un partido que tuvo pendiente a toda Canadá y ganó el oro con el que todos contaban. Y lo logró con mucho sufrimiento, aumentando más su valor.

Mañana de domingo en Vancouver. No era un día cualquiera. El choque era al mediodía, por lo que había que madrugar. Quien no llevara algún distintivo de Canadá consigo estaba fuera de la realidad.

Ya en el estadio, los 19.300 privilegiados que iban a contemplar un partido para la historia, fuera cual fuera el resultado, eran depositarios del ánimo y el aliento con el que iban a empujar los 35 millones de habitantes, anglófonos o francófonos, en la costa este o en la oeste del vasto país.

"Un partido, nuestro partido", escribió en portada el diario "The Globe and Mail". "Nuestro país, nuestro hielo, ¿nuestro oro?", agregaba presión a un choque en el que Canadá llevaba pensando cuatro años. No se contemplaba una derrota en los Juegos, en casa, en el deporte-religión nacional, ante el archirrival.

En los prolegómenos, sonaba el "Gotta feeling" de Black Eyed Peas. "Tonight's the night" (Esta es la noche), cantaba Fergie. No era de noche, eran sólo las 12:15, pero si Canadá ganaba, iba a ser la gran noche, el gran día, la gran madrugada. Y el día después y los cuatro años hasta los próximos Juegos. Y así hasta la eternidad.

Estados Unidos disfrutaba con su papel de víctima. Pero hace una semana había ganado ya a los favoritos en la fase de grupos. ¿Por qué no repetirlo y vengar la afrenta de los canadienses en los Juegos de Salt Lake City 2002 en situaciones similares?

El triunfo pasaba de nuevo por el arquero estadounidense Ryan Miller, con apenas 1,04 goles encajados en el torneo, sólo cinco goles, 103 intervenciones buenas, 42 de ellas en el partido ante los canadienses.

Ya en el minuto uno frenó el primer avance. El águila dibujada en su casco no era casual.

Pero la defensa de Estados Unidos, su mejor línea, dejó un puck suelto en el minuto siete que aprovechó Jonathan Toews para marcar de rechace el 1-0. La fiesta canadiense empezaba con el guión previsto.

La línea ofensiva roja y blanca exigía a Miller, que respondía con seguridad. En el minuto 27, otro puck mal despejado quedó perfecto para el remate de Corey Perry y el 2-0 local.

El joven equipo estadounidense, que llegaba invicto a la final, se acordó entonces de atacar a Roberto Luongo, que tomó el arco del equipo canadiense después de la derrota ante Estados Unidos la semana anterior.

Y Luongo respondió de nuevo. Insistió Estados Unidos, necesitado de goles, y en el minuto 33 Ryan Kesler recortó diferencias.

El partido se abrió, dejó de ser unidireccional hacia el arco de Miller. Todo quedaba pendiente para el último tercio.

Canadá controló, trató de limitar las infracciones para no conceder superioridad numérica al rival y asustó de vez en cuando a Miller.

Estados Unidos se lanzó al final con ímpetu al arco de Luongo y el acoso final desesperado y sin arquero dio sus frutos. A 24 segundos para el final, Zach Parise llevó la final al tiempo extra.

La grada roja y blanca, en la que estaba el mítico Wayne Gretzky y el primer ministro del país, Stephen Harper, fan (como no) del hockey, tuvo que aplazar una fiesta que ya había empezado.

Sólo fueron ocho minutos más de sufrimiento. Crosby avanzó solo, recibió el puck y cruzó a gol. En ese momento se convertía en el héroe de toda Canada.

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