lunes, 14 de diciembre de 2009

MONTERREY CAMPEÓN, SE HIZO JUSTICIA


El día de ayer se coronaron los Rayados del Monterrey en la cancha del estadio Azul; tras vencer al Cruz Azul, equipo comandado por el Enrique "El Ojitos " Meza. por un marcador global de 6 - 4.

Se vivió un partido de vuelta de la gran final del torneo mexicano que dentro del primer tiempo los Rayados jugaron metidos atrás, con hasta diez elementos en su cancha, sólo dejando en punta al chileno Humberto Suazo. Cruz Azul, con la pelota en su poder, merodeó el área, con Torrado siempre como el eje conductor. Pero el juego azul se desarrollaba semilento y eso permitía que se le nulificara con facilidad. Resultaba todo demasiado obvio como para generar sobresaltos en la meta defendida por Orozco

Vucetich ordenó una marca ventajosa para los laterales. El objetivo era impedir cualquier centro que buscara la cabeza de Emmanuel Villa. Una ocasión, quizás dos, tuvo el goleador argentino para probar su herramienta más letal, pero en ambas se vio impedido de elevarse e impactar la pelota con comodidad.

Las mejores posibilidades de La Máquina vinieron de dos disparos, el primero en un rebote que le quedó a César Villaluz, el otro de un tiro de media distancia de Fausto Pinto. Los dos se estrellaron en el travesaño.

Hubo otra acción protagonizada por Villa, a quien le quedó el balón a modo como para buscar la colada por derecha, llegó a la línea de fondo, pisando el área y provocando los temores de Orozco, pero careció de la técnica necesaria para, o disparar con efecto a la portería, o centrar a Ortiz, que esperaba para dar el testarazo o meterla con el pie.

Tres jugadas polémicas se registraron también en el primer tiempo. La entrada de Villaluz al área y su caída. Parecía un trompicón, pero el árbitro Marco Rodríguez lo consideró un clavado y lo amonestó. La segunda fue también en el área del Monterrey: un jalón a Mario Ortiz cuando se disponía a rematar de media vuelta, pero tampoco el árbitro consideró que hubo falta. La tercera fue en el área del Cruz Azul, tras un largo servicio del defensa Basanta, tardó en salir Corona por la pelota, la buscó y casi la alcanza De Nigris, quien salió rebotado, pero otra vez Rodríguez decidió a favor de la defensa.

No había de otra, el segundo tiempo Cruz Azul tenía, por necesidad, que adelantar filas y arriesgar. La debilidad de su zona defensiva muy pronto los hizo caer en desgracia. De la nada casi sobrevino el gol de los Rayados. En la primera acción que se atrevieron a conducir la pelota más allá de su propia meta el juego se puso a su disposición.

El gol lo hizo De Nigris a los nueve minutos tras rematar de cabeza un centro de Suazo al segundo poste, pero la jugada la orquestaron entre varios, bien tejida, con toques a placer.

Casi de nada el Cruz Azul cayó a la lona. El juego se volvió todavía más sórdido. Desconectados, rotos los cruzazulinos por una marca justa y puntual de los Rayados. Tuvo que venir en auxilio de los locales un tiro de esquina, pero demasiado tarde hizo Alejandro Castro el gol que les daba el empate. Este cayó hasta los 32 minutos de la segunda mitad.

El ánimo regresó en los aficionados más que en los jugadores. La única acción en la que pudo haberse cantado el gol que llevara esto a tiempos extras fue protagonizada por Javier Orozco, pero su disparo salió apenas a unos diez centímetros de la meta de Orozco.

Lo que vino después fue más hielo, faltas que interrumpieron el juego y, por supuesto, ante la enorme cantidad de espacios al frente un gol más de los Rayados. ¿Quién lo hizo? Pues el jugador desequilibrante y diferente que desde la media cancha se proyecta al frente marcando diferencias en los momentos precisos: el chileno Suazo. La gran estrella de la Final. Fue a los 45 minutos generando más que desconcierto, una enorme resignación.




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